Muchas veces nos preguntamos: «¡No sé qué hacer, no sé cómo manejarlo, no sé cómo manejarme!» Si te identificas con esta situación, este artículo es para ti.
Cuando nuestros hijos llegan a la adolescencia, nos enfrentamos a grandes desafíos como madres y padres. Durante los primeros años de vida, solemos tener ideas idealizadas sobre su crianza: imaginamos que crecerán libres, rodeados de naturaleza y en un ambiente propicio para su desarrollo. Sin embargo, cuando llega la adolescencia, muchas de esas expectativas se desmoronan.
Surgen dudas como: ¿Debemos seguir educándolos o permitir que la vida se encargue de su crianza? Lo cierto es que la adolescencia trae consigo una revolución en la dinámica familiar, y si no contamos con herramientas adecuadas, puede resultar un periodo caótico y desafiante.
El Fenómeno de la Adolescencia en la Actualidad
Hoy en día, la adolescencia comienza cada vez más temprano, alrededor de los 10 o 12 años, y puede extenderse hasta bien entrada la adultez. De hecho, hay personas de 40 años que aún viven con sus padres y dependen de ellos emocional y económicamente.
El niño obediente y colaborador que tenías en casa, que ayudaba con las tareas del hogar, de repente cambia: ya no quiere hacer sus deberes, no se comunica como antes y se muestra desafiante. Ese bebé que te besaba y te pedía que te acostaras con él ahora parece distante y rebelde.
Entonces, ¿qué hacer?
Claves para Manejar la Adolescencia
-
- Buscar Apoyo Profesional Si la situación se vuelve abrumadora, recurrir a un psicólogo puede ser una gran ayuda para ti y para tu hijo. La adolescencia es una etapa profunda y compleja, y contar con la guía de un experto puede marcar la diferencia.
-
- Recordar Nuestra Propia Adolescencia Todos hemos pasado por esta etapa y hemos tenido comportamientos similares. La paciencia es clave. Es importante no tomar su rebeldía como algo personal, sino como una parte natural del proceso de crecimiento.
-
- Establecer Acuerdos Claros La comunicación debe ser concisa y concreta. Los adolescentes no siempre están dispuestos a mantener largas conversaciones, pero sí pueden comprender reglas claras y consecuencias firmes. Por ejemplo:
-
- «En esta casa nos manejamos de esta manera. Si deseas disfrutar de ciertos privilegios, debes cumplir con tus responsabilidades.»
-
- «Si la basura no se saca, habrá consecuencias.»
-
- «Las tareas escolares deben cumplirse, al igual que las obligaciones en el hogar.»
-
- Establecer Acuerdos Claros La comunicación debe ser concisa y concreta. Los adolescentes no siempre están dispuestos a mantener largas conversaciones, pero sí pueden comprender reglas claras y consecuencias firmes. Por ejemplo:
-
- Mantener la Firmeza y la Coherencia La firmeza no significa dureza ni rigidez extrema, sino solidez en los límites y en las normas familiares. A pesar de la rebeldía natural de la adolescencia, los jóvenes necesitan un marco estructurado y estable para sentirse seguros.
-
- Comprender los Cambios Hormonales y Emocionales En esta etapa, los adolescentes experimentan transformaciones físicas y emocionales intensas. Las niñas comienzan a menstruar, los niños cambian de voz y desarrollan una nueva identidad corporal. Estos procesos generan desequilibrios emocionales que pueden reflejarse en irritabilidad, apatía o incluso agresividad.
-
- No Tomar su Actitud como un Ataque Personal En muchos casos, su rechazo o desinterés no es contra ti, sino una manifestación de su proceso interno de autodescubrimiento. La mejor estrategia es acompañarlos sin presionarlos, brindando amor y comprensión sin invadir su espacio.
-
- Revisarnos como Padres Es importante reflexionar sobre nuestro rol en su crianza. Si durante la infancia predominó la rigidez, los castigos o los retos constantes, es posible que nuestro hijo refleje esos patrones en la adolescencia. Por ello, debemos aprender a equilibrar disciplina con amor y comunicación efectiva.
Conclusión
La adolescencia es un periodo de transición tanto para nuestros hijos como para nosotros como padres. Si bien puede ser un desafío, también es una oportunidad para acompañarlos con amor, paciencia y firmeza.
Recuerda que la clave está en establecer acuerdos claros, ser coherentes con nuestras normas y, sobre todo, brindar un ambiente seguro y amoroso para que puedan atravesar esta etapa de la mejor manera posible.
Y si sientes que necesitas más recursos para transitar este camino, hay herramientas que pueden ayudarte a sostenerte emocionalmente y a acompañar con más conciencia.
Formaciones como:
-> Inteligencia Emocional
-> Manejo Práctico de la Ansiedad
-> Mudras
-> Biodescodificación con Eneagrama
pueden brindarte nuevas miradas y estrategias para conectar contigo y con tus hijos desde un lugar más sereno y empático.
Hola a todos. Precisamente estoy viviendo esa experiencia con mi hijo menor de 14 años, pero lejos de pasar por una situación compleja, realmente lo calificaría como una relación 70% grata y 30% rebelde, porque como bien se explica en el video, la crianza infantil es la base para ir preparando al adolescente y, aunque no fui un padre perfecto, le ofrecí lo mejor que pude a mi hijo, junto con su hermano mayor de 21 años, al llevar una relación respetuosa pero firme. Rara vez me enojaba o los castigaba, pero si fui muy claro en cuanto a sus derechos y obligaciones, para que comprendieran que el juego tiene 2 sentidos de responsabilidad personal.
Es por eso que los valores y principios son claves, pero también el ejemplo que demos como padres, porque aun cuando mi hijo ha tenido lapsos de soledad, encierro, no querer hablar o abstenerse de acciones, siempre estoy ahí para ayudarlo y comprenderlo, porque también pasé por esa etapa.
También la comunicación y convivencia son fundamentales, para que exista y/o continúe ese vínculo padre-hijo, lo cual mi hijo agradece mucho, ya que platicamos de sus sueños, sus gustos, sus anhelos, jugamos como niños, nos divertimos y la recompensa es un gran abrazo de él o hasta se sigue acostando conmigo o con su madre.
Invito a que aceptemos este reto de ser padre de un adolescente de la mejor forma y ya no estigmatizar el tema como algo negativo, terrorífico, molesto, porque manejarlo así más que ayudar nos perjudica y nuestros hijos en esa edad lo perciben totalmente y es cuando más se sienten como si fueran los anormales de la familia, cuando en realidad debemos guardar esa actitud y enfrentarla de una manera más positiva y con gran amor a nuestros hijos.
Excelente tema.