Cuando se menciona la hipnosis, es común que nuestra mente la relacione con los espectáculos televisivos en los que un hipnotizador interactúa con un participante, lo hace sentar y, a través de la fijación de la mirada, parece sumirlo en un estado de ensoñación donde pierde la noción de tiempo y espacio, quedando en un estado similar al sueño, mientras ejecuta las instrucciones del hipnotizador y el público aplaude.
La palabra “hipnosis”, en realidad, proviene del griego “Hipnos”, que significa sueño o ensoñación, indicando un estado de conciencia diferente al ordinario, aunque la persona esté despierta.
Fue James Braid quien acuñó este término en 1841, luego de presenciar a Charles Lafontaine en acción.
Braid investigó y observó que lo que Franz Anton Mesmer llamaba “magnetismo animal” era, en realidad, una actividad cerebral natural en el ser humano. Braid eligió este término para describirlo.
Con el paso de los años, Braid optó por cambiar el término para no asociarlo directamente con el sueño. Intentó popularizar la palabra “monoideismo”, que describía con mayor precisión la fijación de la atención en una sola idea.
Sin embargo, ya para entonces, la palabra “hipnosis” había sido adoptada por el público en general.
Hoy, con un mayor conocimiento y experiencias verificadas, comprendemos que la “hipnosis” es una herramienta sumamente poderosa utilizada en medicina para cirugías y odontología, así como en tratamientos complementarios en la psicología transpersonal.
Se aplica para abordar temas como fobias y traumas de diversas naturalezas, presentes en el inconsciente. En muchos casos, los enfoques psicológicos tradicionales no logran obtener resultados efectivos en un corto plazo.
En la actualidad, se reconoce que el ser humano está compuesto no sólo por el aspecto físico, sino también por el mental, emocional y espiritual.
Durante el estado de trance hipnótico, se establece una conexión con la conciencia, que contiene información almacenada tanto en el inconsciente como en la mente consciente de la persona. En este estado, emergen experiencias olvidadas, situaciones conflictivas, dolores y traumas tanto de la vida presente como de vidas pasadas.
El trance hipnótico trabaja con la conciencia y el alma, abordando los traumas arraigados en ellas. Esta capacidad para resolver problemas emocionales es lo que hace al trance hipnótico tan eficaz.
En el trance hipnótico, la persona está relajada, con los ojos cerrados, habla como lo haría normalmente y sigue atenta a los sonidos del entorno, a las sensaciones de su cuerpo y a la información transmitida.
Podríamos decir que es como mantener una conversación de ojos cerrados, en un estado de relajación, recordando todo lo hablado y experimentado.
Sigmund Freud se refirió a esto como “pensamiento mágico” y consideró utilizarlo en sus sesiones como psicólogo y psiquiatra. Sin embargo, al no dominar la técnica, buscó ayuda externa, pero el resultado no fue exitoso.
Freud creía que el trance debía ser profundo, hasta el punto de que el paciente no fuera consciente de lo que estaba ocurriendo y no recordara nada después.
Podemos afirmar que estamos en un trance directo cuando:
– Leemos un libro
– Miramos un programa de televisión
– Escuchamos las noticias en un noticiero
– Ejecutamos una coreografía de baile
– Practicamos gimnasia
– Intentamos enhebrar una aguja
– Cortamos tela, entre otros.
LA HIPNOSIS
Esta herramienta terapéutica tiene diversas modalidades. Una de ellas es la charla pre-hipnótica, en la que la persona expone la emoción que desea tratar, como angustia recurrente, insomnio, sensación de soledad, arrebatos de enojo, fobias, entre otros.
Resulta fundamental que el consultante aprenda a relajarse a través de meditaciones acompañadas de respiración, lo que le permitirá ingresar en el trance hipnótico de manera efectiva.
Una de las herramientas más utilizadas por los hipnoterapeutas es la Regresión a Vidas Pasadas. Esta técnica se basa en la idea de que venimos a este mundo como almas en evolución, encarnadas en el cuerpo de un bebé.
Disponemos del libre albedrío para vivir con valores y virtud. Si, luego de la muerte, quedan asuntos pendientes, podemos reencarnar para resolverlos, hasta que finalmente alcancemos la Luz y disfrutemos de ella.
En algunos casos, las emociones que nos afectan en el presente, como la angustia, pueden tener su origen en vidas pasadas.
El hipnoterapeuta tiene la tarea de guiar al paciente a través del proceso del trance hipnótico para llevarlo al origen de esas emociones, dejándolas en la vida pasada donde surgieron y liberándolo de ellas.
Es sorprendente observar cómo las personas que se someten a este tipo de terapia experimentan cambios notables en un corto plazo. Estos cambios no dependen de su fuerza de voluntad, sino que se producen de manera natural y automática.
¿Te atreverías a probarlo?