Vivimos en un mundo donde el consumismo ha adquirido un lugar central en la vida de muchas personas.
La práctica de reemplazar constantemente dispositivos electrónicos o eléctricos que aún funcionan por modelos más nuevos, como televisores, teléfonos móviles y automóviles, se ha convertido en una norma.
Esta dinámica conlleva no solo a una mayor dedicación de tiempo laboral y estrés, sino que también desencadena el temor de no poder cumplir con las obligaciones financieras.
Para algunas personas, especialmente aquellas provenientes de entornos socioeconómicos desfavorecidos o cuyos padres emigraron de naciones en conflicto, donde los recursos eran escasos, la oportunidad de acceder a una mejor situación financiera y adquirir bienes puede ser tentadora.
No obstante, cabe preguntarse: ¿Qué enseñanzas arrastran de sus progenitores?
Asimismo, puede surgir la preocupación de que, dado un pasado de carencias económicas, el dinero podría esfumarse nuevamente, generando así una sensación de ansiedad.
Más allá del papel instrumental del dinero en nuestra vida cotidiana, resulta esencial analizar la relación que establecemos con él.
Nuestras creencias, emociones, sentimientos y traumas están intrínsecamente ligados a esta dinámica. A veces, erróneamente, llegamos a pensar que la solución a nuestros problemas radica en la acumulación de riqueza.
Resulta imperativo examinar la forma en que ganamos, gastamos, prestamos e incluso perdemos dinero. Nuestro bienestar no se limita únicamente a su posesión, sino que reside en la calidad de nuestra relación con este recurso.
Esta relación se ve influenciada por factores como la religión, las redes sociales, las influencias familiares y nos lleva a cuestionarnos acerca de su significado y propósito en nuestras vidas.
Frecuentemente, nos asaltan pensamientos negativos que nos llenan de incertidumbre sobre el futuro: ¿qué sucederá si perdemos el trabajo? ¿Y si enfrentamos una enfermedad que nos impide mantener nuestras responsabilidades financieras?
Además, la identidad personal a menudo se encuentra íntimamente ligada al dinero.
Algunos sostienen que solo pueden actuar dentro del marco de la misma personalidad que tenían hace dos décadas, ya que eso es lo que conocen, generando un temor considerable hacia la idea de transformarse.
Por otro lado, existen quienes muestran indiferencia hacia el dinero. Este grupo puede haber crecido en entornos donde la carestía financiera nunca fue un problema.
Para ellos, el enfoque recae más en su vocación, ya sea como educadores, músicos, artistas o espiritualistas.
Sin embargo, también existen actitudes extremas, como la adicción a la pobreza, en la que se percibe a la falta de recursos como una vía hacia la virtud. Estas personas tienden a juzgar a los acaudalados con términos despectivos.
Otro patrón es el adicto al estancamiento, alguien que, aunque posee los medios para vivir y alberga sueños y esperanzas, opta por mantenerse en su zona de confort, evitando riesgos y, en última instancia, drenando su vitalidad.
En concordancia con el escritor Víctor Saadia, nuestra relación con el dinero se conecta directamente con nuestros sueños, que a menudo son silenciados por la cultura.
Reconectar con estos sueños implica acciones diarias que nos acerquen a su realización, en lugar de postergarlas indefinidamente hasta que se cumplan ciertas condiciones.
Este proceso de autodescubrimiento y manifestación es una fuente inagotable de abundancia, ya que alinea nuestra vida con nuestra verdadera esencia.
Personas atrapadas en rutinas laborales pueden encontrar momentos para expresarse a través de la danza, la pintura u otras formas de arte, experimentando una notable transformación y alegría en sus vidas.
La riqueza no debe reducirse a su representación monetaria.
Va más allá e incluye aspectos sociales, culturales, ambientales y de salud. Por tanto, es esencial redefinir la noción de abundancia para incorporar esta perspectiva integral.
Cuando comprendemos que la riqueza se manifiesta en diversas formas y que podemos equilibrar estas facetas en nuestras vidas, nos damos cuenta de que estamos nutriendo nuestra abundancia al cuidar nuestra salud, nuestras relaciones y al seguir nuestros sueños.
Las claves para reprogramar nuestra mentalidad son afirmar y creer en nuestra valía para recibir abundancia en todas sus formas: amor, salud, oportunidades y liberarnos de la culpa.
Namasté.
Me resulta muy interesante!
Interesante
Muy interesante la charla,siempre supe que el dinero es solo una moneda de cambio,y depende como lo utilizamos es bueno ó malo para nuestra vida.
Totalmente de acuerdo, el dinero debe ser un medio para llegar al fin que deseamos.
No sirve acumularo, ni tampoco despilfarrarlo por snobismo o consumismo…. como todo en la vida hay que propender al equilibrio más cercano.
Gracias!!!
El dinero como dice un dicho popular “va y viene”, es importante sentir que estamos siempre en abundancia, pero no sólo de dinero…sino de amor, afectos, buenos vínculos, amigos, felicidad, disfrute…sin eso el dinero sólo sirve para seguir vivo. De manera que es importante pero si lo podemos utilizar para estas cosas, momentos.
Me gustaría saber mas al respecto
mUY BIEN ARMADA Y MEJOR DICHA POR LA GUÍA, ESTA REFLEXIÓN SOBRE EL dINERO Y SU UTILIZACIÓN. nO SE ME HUBIERA OCURRIDO QUE SU USO O MAL USO, SU RETENCIÓN O DERROCHE SE VINCULARA CON EL TEMOR A PERDERLO TODO DE UNA. Muy saludable al oído y al ánimo su dicción suave y serena, también empática. Nos deja el espíritu y la decisión para pensarlo, más y mejor. Cómo arraiga en creencias profundas de la persona. Muchas gracias!!!! Y cuánto bien se puede hacer a otras personas!!!
Es evidente que él dinero no hace siempre la felicidad
Ahora bien es peor no tener dinero y prueba de ello, a mi juicio, es la pobreza que cada día más se produce en el mundo
Muy interesante , me gustó mucho, graciad
Interesante reflexión!