Lo bueno de no hacer nada

¿Es beneficioso no hacer nada? Reflexiones sobre este Tema


En el constante ajetreo de nuestras vidas, estamos inmersos en una rutina agitada: despertamos al sonido del despertador y desde ese momento estamos en movimiento constante.


Hogar, trabajo, familia, escuela, actividades deportivas, lecciones musicales, tareas escolares y muchas otras responsabilidades que abarcan cada rincón de nuestro tiempo. Al final del día, nos encontramos exhaustos, casi sin energía para tomar nuestras propias decisiones.


Sin embargo, surge la pregunta: ¿Es posible romper esta rutina? ¿Podemos permitirnos momentos de “no hacer nada” en medio de nuestro trajín constante?


Expertos en salud mental indican que incorporar instantes de inacción puede ser sumamente beneficioso. No se trata de pereza o apatía, sino más bien de desconectar de las responsabilidades por un breve período.


Esto se asemeja a la noción italiana de “El dolce far niente“, que podría traducirse como “la dulzura de no hacer nada“. Los holandeses también practican algo similar.


No se trata de volverse perezoso ni negligente, sino de tomar un respiro y desconectar de las obligaciones, incluso por una tarde o un día. Esta pausa actúa como una recarga de energías que nos permite enfrentar nuestros deberes sin agotamiento.


La sociedad contemporánea nos ha atrapado en un torbellino de actividad constante. El hiperactivismo y el consumo desenfrenado de información nos someten a un flujo incesante de datos, desde redes sociales hasta aplicaciones de mensajería instantánea.


Esto, sumado a la multitarea constante, nos hace sentir productivos y seguros, pero en realidad: El ser humano no está diseñado para vivir en un estado frenético y perpetuamente alerta.


La naturaleza humana es equilibrada; está diseñada para momentos de acción y momentos de inacción.


A diario, nuestro Sistema Nervioso Central o Sistema Simpático dirige nuestras acciones a un ritmo acelerado. Sin embargo, es igual de importante permitir que nuestro Sistema Parasimpático tome el control.


Este estado nos lleva a la ensoñación, a dejar la mente en blanco y a conectarnos con nosotros mismos.


No hacer nada no significa pasar tiempo con un dispositivo móvil en la mano, ya que el cerebro sigue procesando emociones en segundo plano. El estado parasimpático implica dejar la mente en blanco, lo que facilita la meditación, la introspección, la creatividad y la autorreflexión.


La ensoñación es una vía para liberarse del estrés y el agobio. Al detenernos, comenzamos a observar y, a través de la observación, llegamos a la contemplación. La naturaleza puede ser un entorno propicio para esta práctica.


Dedicar un breve momento a la inacción diaria no implica esfuerzo, pero aporta mucho a nuestra salud física, mental y emocional.


Encontrar un equilibrio entre la planificación y la relajación es crucial, y debemos recordar que ceder al cuerpo y tomar tiempo para la ensoñación es esencial para disfrutar plenamente de la vida.


El estrés, en efecto, provoca la liberación de cortisol, que puede causar problemas cardiovasculares.


La conclusión es clara: permitirse “no hacer nada” de vez en cuando es una inversión en nuestro propio bienestar, una pausa que nutre cuerpo, mente y espíritu.

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